La Unidad de Cardiopatías Congénitas de Neolaser Cardiovascular pone a su disposición un grupo de profesionales altamente especializados y cualificados, con dilatada experiencia en el tratamiento quirúrgico de las cardiopatías congénitas en pacientes de todas las edades, desde el neonato prematuro hasta el anciano.
Estamos a su disposición para ofrecerles información, orientación, asesoramiento y, si llega el caso, proponerles el tratamiento que precisen solucionar su enfermedad cardiaca congénita o la de sus familiares o allegados.
Índice
¿Qué son las cardiopatías congénitas?
Las cardiopatías congénitas constituyen un grupo muy heterogéneo de patologías cardiacas, que consisten en defectos causados por malformaciones que afectan a una o más estructuras del corazón.
La malformación ocurre durante el desarrollo embrionario, por lo que el paciente ya nace con ella, es por eso que también sean conocidas coloquialmente como enfermedades del corazón “de nacimiento”.
En la mayoría de los casos la causa se desconoce, si bien existen determinados síndromes de etiología genética que se asocian con frecuencia a tipos específicos de cardiopatías congénitas.
“Se estima que 8 de cada mil nacidos vivos padece una cardiopatía congénita”.
Cualquier parte y estructura del corazón puede verse involucrada en un proceso malformativo. Además, estas malformaciones se pueden combinar en múltiples formas y tener distintos grados de severidad, de ahí que la variabilidad de diagnósticos sea muy elevada, como así lo es, de forma consecuente, el número de intervenciones y técnicas quirúrgicas descritas para su tratamiento.
Por estas diferencias tan amplias en las alteraciones que se pueden presentar y en su grado de severidad, cada paciente es distinto al resto y necesita una consideración específica y un manejo “a la carta”, diseñado para él por los cirujanos cardiacos y cardiólogos especialistas.

Tipos de cardiopatías congénitas
En esta gran variedad y complejidad de diagnósticos que encontramos en el ámbito de las cardiopatías congénitas, se pueden hacer, y de hecho existen, muchas clasificaciones diferentes. Pero hay una muy útil para el paciente, basada en la información que nos aporta acerca de las expectativas de vida de la persona que la padece.
Esta clasificación divide a las cardiopatías congénitas en dos grupos:
- Aquellas que tienen tratamiento “CURATIVO”.
- Aquellas que NO tienen tratamiento curativo. En este segundo grupo, por lo tanto, los tratamientos existentes solo llegan a ser paliativos, es decir, que permiten vivir a los pacientes, pero sin embargo éstos no van a poder alcanzar la expectativa de una vida que todos entendemos como “normal”. Este segundo grupo engloba y se compone principalmente por todas aquellas malformaciones que se conocen de forma genérica como “Corazón Univentricular”.
En el grupo de las que SÍ tienen un tratamiento curativo, es posible, mediante dicha corrección quirúrgica, normalizar la circulación y la función del corazón. A esto es a lo que nos referimos con el término “curativo”, a la normalización de la función cardiovascular. Esto puede lograrse en una sola intervención, aunque hay veces en las que es necesario llevar a cabo más de un procedimiento para alcanzar este objetivo.
En bastantes procedimientos de tipo curativo, a medio y largo plazo, existe la posibilidad del desarrollo de “secuelas”. Este término se refiere a la posibilidad o certeza, en muchas ocasiones, de que en ese tratamiento curativo aplicado puedan o vayan a desarrollarse trastornos evolutivos que serán el fruto de la aparición de nuevos problemas cardiacos que habrá que solventar más adelante, generalmente en la edad adulta.
Esta es una circunstancia muy frecuente, por ejemplo, cuando se trata de la cirugía valvular cardiaca, tanto si son procedimientos de reparación como sobre todo si se trata de sustitución de la válvula por prótesis artificiales, o incluso la ausencia de válvula, como ocurre con la válvula pulmonar ausente tras la corrección estándar de la Tetralogía de Fallot. Igualmente habrá también circunstancias en que el paciente reciba un tratamiento quirúrgico que denominamos curativo, pero que sin embargo pueda precisar tomar medicación posteriormente, incluso a veces de forma indefinida.
Por lo tanto, incluso para aquellos casos en que efectivamente la curación significa olvidarse del problema para siempre, es más que recomendable continuar recibiendo un seguimiento por parte de los especialistas que van a poder chequear el correcto desarrollo y desempeño adecuado de la función cardiaca de los pacientes, valorar su estado de salud y detectar el momento adecuado alteraciones que deban ser corregidas antes de que ello ocasione otros problemas de mayor índole y repercusión.

Cardiopatías congénitas más frecuentes
Cualquiera de las posibles malformaciones cardiacas puede presentarse en un recién nacido. Sin embargo, hay algunas que tienen una prevalencia (la frecuencia con la que ocurren) mucho mayor que otras.
La perfusión (circulación extracorpórea) es necesaria en este tipo de cirugías.
Por lo general, las más frecuentes pertenecen prácticamente todas al grupo de cardiopatías corregibles y por lo tanto “curables”, y dentro de éstas, las más frecuentes son también las más simples, las que tienen un menor grado de complejidad, menor riesgo en su tratamiento quirúrgico y mejor pronóstico (en cuanto a ausencia de secuelas y expectativas de salud y vida normal). Estas son, por ejemplo, la mayoría de los defectos de los tabiques del corazón (comunicaciones interventriculares, interauriculares), las coartaciones de aorta, muchos casos de Tetralogía de Fallot, etc. En la mayoría de los casos, una vez corregidas, su pronóstico es excelente. Pero para ello es esencial el diagnostico precoz y el tratamiento en tiempo y forma adecuado.
También nos encontramos con otros defectos más complejos, menos frecuentes, pero que, del mismo modo, se encuadran dentro de las cardiopatías “curables”, como son por ejemplo la trasposición de la grandes arterias, las anomalías del arco aórtico o los canales aurículo-ventriculares, entre otros muchos. La mayor complejidad va inherentemente ligada a un incremento en el riesgo que implica su corrección. Ello no significa que no puedan tener, como en los otros casos más simples mencionados con anterioridad, unas expectativas de vida normal.
No obstante, precisamente este grupo de cardiopatías más complejas, pero “curables”, son también, muchas de ellas, más proclives a desarrollar evolutivamente algún tipo de secuela que puede precisar tratamiento. Por ello, especialmente este grupo de pacientes con mayor riesgo de secuelas, debe ser vigilado por sus médicos especialistas de forma rutinaria. La posible aparición de secuelas igualmente es fundamental que sea detectada precozmente, vigilada y tratada una vez más en tiempo y forma adecuada. Con ello, estos pacientes pueden gozar también de expectativas y calidad de vida normal.

Mensaje optimista de la Cirugía cardiovascular
Cuando los padres reciben la noticia de que su hijo/a padece un defecto congénito en el corazón, es sin duda motivo de enorme preocupación y angustia. Efectivamente, sin diagnóstico precoz y sin tratamiento adecuado las cardiopatías congénitas son un serio problema para quien las padece, incluso las que se consideran más “benignas”. Estas no tendrán repercusión evidente en la calidad de vida durante los primeros años o incluso en las primeras décadas de la vida en la mayoría de quienes las padecen, pero sí podrán tener un tremendo impacto en el futuro.
Por el contrario, las más complejas no permitirán sobrevivir a los pacientes más allá de los primeros días, meses o años de vida a no ser que reciban un tratamiento de las mismas, que en la mayor parte de los casos será quirúrgico.
Pero en contraposición a esta situación de shock inicial para padres y familiares, y frente a ese riesgo vital presente o futuro y a las oscuras perspectivas que ofrece la historia natural de casi todas las cardiopatías congénitas, los avances en la ciencia médica permiten que los resultados actuales en el tratamiento de las cardiopatías congénitas sean excelentes para la inmensa mayoría de los pacientes. Durante el último siglo, pero fundamentalmente en las últimas décadas, los avances que se han producido en la cirugía y en la tecnología, junto a la minuciosa labor de los equipos ampliamente experimentados, se están obteniendo los mejores resultados para tratar este tipo de patologías.
Y por el mismo motivo, el riesgo de las intervenciones quirúrgicas también ha disminuido significativamente, siendo en general bajo y en la mayoría de los casos muy bajo. Es por ello que el tratamiento quirúrgico permite hoy en día cambiar el rumbo de esa temible historia natural de estas enfermedades y diseñar un futuro mejor para estas personas, marcado por una mejor calidad de vida.
De manera que, ante esa situación de shock inicial que sufren los padres y familiares, queremos transmitir un mensaje de sosiego, y también de fuerte esperanza. En la gran mayoría de los casos el problema tiene solución, y además una buena solución, siendo “curables” (corregibles) un mayoritario número de ellos.
Además, el riesgo que supone el tratamiento será bajo o muy bajo también en la mayoría de los pacientes. Pero, ¡ojo!, incluso entre los casos de mayor complejidad y mayor riesgo en su tratamiento, el mensaje es el mismo. De hecho, particularmente este grupo es probablemente quien más se beneficia de estos avances científicos y técnicos actuales, ya que el tratamiento de estos pacientes transforma a personas sin esperanza y con un fatal desenlace seguro, muchas veces en muy poco tiempo, en personas con “esperanza” de vida, en la mayoría de los casos en una Buena Vida.